ALARA

Por Rafael Fernandez de la Garza

ALARA, es el acrónimo de As Low As Reasonable Achivable, (tan bajo como sea posible alcanzar razonablemente) y se refiere a que en las actividades donde se manejen elementos radioactivos la dosis de radiación ionizante que reciban los trabajadores o el público en general debe ser lo más baja posible. Esto tiene que ver con la teoría de que ninguna dosis radioactiva, por más baja que sea, es segura. En esta teoría se establece que cualquier dosis, por muy menor que sea, estocásticamente (de manera aleatoria) puede provocar cambios a nivel celular de las persona y causar cáncer.

Esta idea de que no hay dosis seguras es una causa importante de la generación del miedo a la radiación y específicamente a la energía nuclear. Estocásticamente te puede caer un rayo en la cabeza o la contaminación que producen las empresas cercanas te puede causar cáncer también, o la comida, como el plátano que tiene una cantidad significativa de potasio puede también estocásticamente afectar la salud.

Aquí lo importante es entender cuál es la probabilidad de que este daño a la salud ocurra. Sería terrible vivir pensando que, aleatoriamente, cada vez que salgo de casa estoy expuesto a que me caiga un rayo o dejar de comer plátano porque es radioactivo o a que simplemente por la radiación natural, ya sea del piso o la proveniente del espacio, me puede causar cáncer. El problema es que a pesar que la energía nuclear y especialmente la radiación ionizante, se conocen desde ya hace muchos años no se ha definido con claridad que cantidad de radiación recibida puede ser inocua para las personas que la reciben y donde empiezan de manera proporcional y basado estadísticas los efectos dañinos.

En las Centrales Nucleares se ha establecido que la dosis anual que pueden recibir de manera segura los trabajadores es de 5 rems (50mSv) y de manera administrativa, en la mayoría de éstas, la dosis segura se redujo a 2 rems lo cual es un sin sentido. Si ya se estableció que 5 rems es una dosis segura ¿porqué bajarla? Si se establece que es cierta la teoría de que en realidad cualquier dosis que reciban los trabajadores en una Central Nuclear, adicional a la natural, es dañina para su salud estaríamos los que apoyamos a la energía nuclear y empleamos trabajadores para nuestras centrales, que obviamente reciben dosis adicionales a la natural por trabajar con o cerca de material radioactivo, actuando irresponsablemente. De ser así la energía nuclear se debería de prohibir y las Centrales cerrar. Todo esto viene de la manera en la que ya hace muchos años, en la década de los 90, se definieron los riesgos a la exposición a la radiación ionizante en caso de un accidente o de cualquier otro tipo de exposición a ésta.

Para definir los riesgos se utiliza un modelo lineal sin umbral que es una función dosis-respuesta teórica basada principalmente en las dosis que recibió parte de la población de Japón por la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Se consideraron los efectos tardíos debido a la exposición a altas dosis de radiación ionizante y se extrapolaron linealmente al rango de las bajas dosis hasta llegar a cero por lo que existen serias dudas acerca de su validez. Este modelo probabilístico se ha mantenido vigente hasta nuestros días y es la base para las políticas actuales de protección radiológica promovida por la ISRP (Comisión Internacional de Protección Radiológica). El uso de este modelo es la razón por la que muchos artículos establecen que las muertes causadas por el accidente de Chernobil fueron inmensas, ya que aunque las poblaciones cercanas a la Central recibieron dosis extremadamente pequeñas, como el número de habitantes era grande al multiplicarlo por la pequeñísima probabilidad de muerte que se determina con base en este modelo se establece que el número de decesos es grande. Lo que sí es real es que cualquier dosis de radiación ionizante puede, insisto, causar daños en el interior de una célula del ser humano. Sin embargo, si cada afectación en una célula debido a la radiación provocara cáncer o daños importantes no existiríamos. Vivimos en un mundo radioactivo. El suelo, la radiación proveniente del sol, nuestro propio cuerpo que contiene algunos elementos radioactivos, etc. ya nos hubiera dañado. Es importante mencionar que la radiacion “natural” y la radiación generada en las plantas nucleares o las generadas por el hombre, principalmente por tratamientos medicos, es identica y sus efectos dependen de las dosis recibidas. En realidad el cuerpo humano cuenta con sistemas de defensa que lo protegen de los daños en las células que la radiación puede causar a la salud. Sistemas que reparan las células cuando son atacadas por la radiación. Estos sistemas no tiene capacidad infinita. Cuando la dosis de radiación que el cuerpo esta recibiendo es muy grande y el sistema se ve sobrepasado empiezan a surgir problemas. ¿Qué tan grande son los problemas? Depende de la dosis recibida y pueden ser a largo plazo o como se vio en algunos trabajadores de Chernobil que recibieron dosis muy altas y sufrieron quemaduras y daños internos que les causaron la muerte en muy poco tiempo, o causar cáncer a mediano o largo plazo con dosis significativas, o no causar daño si los sistemas de defensa del cuerpo actuaron eficientemente.

Existe otra teoría (Hormesis) que establece que dosis pequeñas de radiación pueden ser benéficas para la salud. Ejemplo de esto son la cantidad de balnearios con aguas sulfurosas o con exceso de minerales que hasta hace poco tiempo resaltaban su contenido radioactivo. Hace algunos años en los envases del agua mineral Peñafiel, como una prueba de lo saludable que era , tenía impreso el análisis químico del agua y en él la cantidad de radioactividad que contenía. Por otro lado, a pesar de los niveles naturales de radiación que recibimos por vivir en diferentes latitudes que pueden ser hasta lo equivalente a la dosis anual permitida en una central Nuclear para sus trabajadores (2 rems anuales) o el vivir en construcciones de concreto donde la dosis recibida por la influencia del radón, gas radioactivo, puede ser grande, o la dosis que reciben los pilotos, principalmente en vuelos trasatlánticos a grandes alturas, donde reciben hasta 5 rems anuales y otros escenarios similares, no se han detectado estadísticamente efectos que pudieran atribuirse a la radiación recibida y esta hiperdemostrado que la dosis aceptable esta entre el mínimo y el máximo de la dosis natural recibida ya que en donde ocurren los máximos naturales no se han detectado efectos medibles.

Es interesante que cuando uno busca en la literatura relativa a los efectos de la radiación en humanos es muy fácil encontrar los efectos a grandes dosis: 8-9 Sv (800-900 rems) muerte segura , 3-4 Sv (300-500 rems) muerte en el 50% de los casos, etc. Pero no hay nada que determine a partir de que dosis la radiación ya no tiene efectos a la salud medibles. Ni que probabilidades tiene el ser humano de tener cáncer debido a cierta dosis de radiación. Todo esto a pesar de contar en la industria nuclear con la información de las dosis recibidas por los cientos de miles de trabajadores controlados en las Centrales Nucleares durante ya más de medio siglo. No es entendible que el determinar los efectos de la radiación ionizante en los seres humanos no sea una prioridad de la industria para así dejar de creer ciegamente en la teoría de que cualquier dosis “puede” causar cáncer.

Gracias a comunidad nuclear la gente interpreta la radioactividad como cualitativa y no cuantitatva por la forma en que los “expertos” le temen. Si queremos que la Energía Nuclear realmente sea aceptada por el público e instalar más Centrales Nucleares para reducir los efectos del cambio climático tenemos que presionar, desde el sector nuclear, para que los efectos reales de la radiación a bajas dosis sean claramente explicados y analizados.